Todos somos como vasos en nuestro caminar en la fe, que nos vamos llenando de la Gracia de Dios al compartir y vivir acorde a las exigencias de dicha fe.
Fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios y para poder vivir todas las cualidades maravillosas que nos da la fe, debemos ser reflejo de nuestro modelo a seguir: Jesús, amigo incondicional de todas las horas, fiel, entregado, compasivo, dulce, tierno, recto, justo, claro, coherente, divertido, servicial, alegre, sufrido, feliz, firme, valiente, decidido, obediente, humilde...... 8
Son infinitas las cualidades que aun estando llamados a practicar día a día, no cumplimos ni procuramos imitar, y al no hacerlo poco a poco vamos agujereando nuestro vaso, nuestro corazón, impidiendo que la Gracia de Dios haga Su Obra en nuestro interior. Rápidamente se da uno cuenta cómo es de difícil compartir la alegría de ser cristiano si no logramos llenar nuestro interior del Amor del Señor, si estamos rotos, huecos...
Pero Dios nos sana, nos renueva como el alfarero a su pieza, El siempre está presto a llenar los huecos de nuestro interior, siempre y cuando le permitamos la entrada y dirección de nuestra vida, siempre y cuando nos permitamos vivir acorde a sus enseñanzas, vivir como Jesús vivió, amando...
Ahora bien, El no nos sana tapando lo que somos, ocultado lo que fuimos, disfrazando nuestra realidad, no! Dios nos sana desde nuestra realidad, de dentro hacia fuera, El va llenando nuestro corazón para que pueda ser reflejado en nuestro rostro la alegría del toque amoroso de Su mano sanadora.
El que ha sido sanado y renovado por Dios no se esconde, muestra con alegría las cicatrices de su vida. Jesús durante su pasión sufrió hasta mas no poder, y al resucitar cada vez que apareció ante sus discípulos mostraba las cicatrices de Sus manos, pies y costado. Las mostraba orgulloso porque si grande fue su dolor, grande es la gloria que proclama por Su padre, nuestro Dios que lo resucitó y por ello hoy nuestra fe se sustenta.
De ahí que hayan testimonios de cristianos en que se sepa que antes de conocer a Dios eran asesinos, prostitutas, adictos, corruptos, mentirosos, ladrones, amargados, infelices... etc. Un ejemplo la historia de Saulo convertido al evangelio y hoy llamado San Pablo, uno de los padres difunsores de nuestra fé. Maria Magdalena, Saqueo... tu y yo y tantos ejemplos de hoy...!</
Yo soy testigo del poder de ese Dios al escuchar a hermanos/amigos compartir alegres las cicatrices de su alma en cada retiro y oportunidad con su testimonio, en la comunidad, en el día a día. Porque dejaron que el alfarero reconstruyera su interior, aceptando con alegría la realidad que les tocó vivir y así han logrado compartir la Gracia recibida con una gran sonrisa atraves de su testimonio de vida.
Hoy te invito a dejar que Jesús llene tu vaso de Su Gracia, que te olvides un poco de como te ves por fuera y le presentes al Señor tu interior, para que puedas ser reconstruido y logremos compartir y contagiar al mundo de la gracia divina del amor de Dios.
Tu y yo somos un vaso lleno de gracia, no dejemos que se agote, no dejemos que se escape, hagamosla crecer, oremos juntos y seremos fuertes...
Un abrazo enorme!!! Siempre amigos!!!
Ligia Elena